
¿En qué te han convertido, Daniel?
Algo así se preguntó Galmarini en un diálogo tuitero bien al estilo de estos tiempos de conversaciones digitales, como la que completó Guzmán por esa red social para responderle a Wado de Pedro por una metáfora jeroglífica que había ensayado en la gelatina del streaming.
Unidos y fracasados
Aunque la pelea parezca no tener retorno y, además, se venga cocinando con los años, Malena y Naniel están unidos, aunque por el hilo rojo del fracaso.
En 2023, Scioli jugó al fleje con su pre candidatura presidencial contra la corriente del entonces Frente de Todos. Estuvo a punto de forzar una interna con el también fallido De Pedro, pero optó finalmente por meter violín en bolsa. Ni él ni Wado: el candidato de Unión por la Patria, camuflaje del todismo piantavotos, fue su enemigo íntimo número uno, Sergio Massa, de quien terminó siendo, en una pirueta para la tribuna, asesor ad honorem. Buches de soda cáusitca tuvo que hacer el exvicepresidente para tragar semejante sapo.
Galmarini perdió a lo grande la interna de pueblo chico que terminó siendo un gran infierno para ella. Se le paró de manos en Tigre al intendente Julio Zamora. Jugó con los fierros de la campaña nacional (Massa encabezó varios actos en la Miami argentina en su doble rol de ministro-candidato, uno de ellos para presentar la SUBE fluvial). Perdió. No la intendencia, las PASO. Inédito.
Resiliente, con los pergaminos de su derrota bajo el brazo, pidió para sí el control de la campaña presidencial de UP: Massa había salido tercero en las primarias y había que dar un golpe de timón, decía: más Massa era la consigna. El hincha de Tigre también perdió, una caída de la que no consigue levantarse.
La devaluación del massismo, que gobernó el gobierno de Alberto Fernández durante el boom inflacionario 2022-2023, padre del borrego libertario que hoy condena Galmarini, se notó en el último congreso del Frente Renovador: con Massa corrido a un costado, asumió la conducción formal de la fuerza Diego Giuliano, solo conocido por Dios.
